martes, 2 de septiembre de 2008

Preámbulo a una despedida premeditada

Si algún día me preguntas, por qué simplemente no callé, la única respuesta posible, conforme a la situación en la que me veo involucrado, es el hecho de no poder dejar de enfrentar la pérdida. Y ahora que entiendo que el mayor mal es pequeño, quisiera simplemente desaparecer. Te veré caminado por el mundo, y tú, si al final Dios decide perdonarme, me verás de la misma manera: cada vez más indiferentes, menos nuestros y más del mundo. Porque fuera de mí ha existido el mundo que por celos intenté que no vieras. Ahora ese universo es tuyo; y apresuradamente (más por fe que por cualquier otra cosa) asumo que en algún lugar existe uno para mí también. Y así, cada uno con su mundo y su universo deambularemos por el tiempo, olvidando que después de todo existe una cadena que nos ata.

No hay comentarios: