jueves, 25 de septiembre de 2008

Adiós

Desprenderse de los sueños es parte de lo que podría denominarse como "crecer". Si la resignación y el desengaño vienen de la mano, es simple residuo característico del proceso. Aceptar la torpeza de cualquier serie de acontecimientos desafortunados es parte de llegar a la adultez, y enfrentarlo con algún tipo de serenidad, una virtud.

A decir verdad, es una excusa para esconder mi dolor, de lo que ahora es irreversible. A lo mejor no se supone que tendría que haber llegado hasta este punto. Sin embargo, y con cierta gratitud, duele hasta el extremo de la razón.

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