viernes, 28 de noviembre de 2008

El principio de la incomunicación

Me pregunto una y otra vez, sin encontrar respuesta en mi razonamiento que pueda satisfacer medianamente a mis inquietudes. ¿A qué le temes? Temes por tu vida, o temes por la mía. Quisiera poder conocer la fuente de tu indecisión, y que tú pudieras conocer la mía. Las señales vienen y van, pero quisiera saber dónde estás tú. Y me refiero precisamente al ser luminoso, libre de señales distractoras. Quisiera poder ver tu corazón de la misma manera en la que te he dejado ver el mío. Hoy no puedo entender ninguno de tus signos, y me entristece...

No hay comentarios: